lunes, 20 de marzo de 2017

"Tomar la fábrica" o cómo ofrecer el corazón


El biodrama es una rama del género dramático que principalmente se caracteriza por poner en escena o trabajar como material dramático las historias de vida de las personas. Y eso es en alguna medida el espectáculo “Tomar la fábrica”, escrito por Joselo Bella, Ricardo Díaz Mourelle y Pedro Sedlinsky ; interpretado por los dos primeros, dirigidos por el tercero.

Dos actores que interpretan a dos actores. Dos actores que vienen batallando desde tiempos inmemoriales con la inestabilidad del trabajo, la falta de dinero, el desgaste y la defensa de la pasión. Dos actores.

Con la excusa de cocinar para la hija de uno de ellos, que hace meses que no ve, se encuentran y vuelven a fantasear con hacer juntos un proyecto teatral en el que puedan combinar el deseo y las expectativas económicas.

Los une, además, la admiración por Marcello Matroianni y consideran que escenas de “Ojos negros” y “Los compañeros” pueden ser disparadoras de un espectáculo que los devolverá al trabajo, a la dignidad, a la vocación, a la felicidad.  Juan (Joselo Bella) y Franco (Ricardo Díaz Mourelle) abren así  un abanico de recuerdos, relatos  y fantasías que comienzan a trenzarse y se convierten en el espectáculo mismo que tanto sueñan.  Madres, padres, infancia,  hermanos, el país, las mujeres, los primeros trabajos, los artistas admirados y mucho más aparecen entre uno y otro construyendo un clima de cálida nostalgia que envuelve al espectador y lo invita a viajar por sus propios recuerdos.

Joselo, Ricardo y Pedro han trabajado durante mucho tiempo, como Juan y Franco, en la búsqueda y la concreción de este espectáculo y eso se ve en la gran factura del mismo. Sedlinsky dirige todo con talentosa  y delicada batuta y supo rodearse de colaboradores artísticos que suman poesía a la cosa: Rony Kesselman en la música original, Matías Canony en el diseño de luces y Alejandro Mateo en el diseño de escenografía y vestuario.

Ambos protagonistas se entregan por entero a sus criaturas y cada uno en “su cuerda” logran interpretaciones de gran potencia y -si cabe en actores de semejantes trayectorias- consagratorias. El espectador se pregunta, en forma inevitable, cuánto de “dramaturgia” y cuánto de “propia realidad” hay en esos dos seres que desde el fondo de sus almas se tiran sin red, sólo adornados por el exquisito aroma de los zapallitos al ajo y limón, vuelan sin tiempo y parecen querer decirnos aquella frase de Fito Paez que no por conocida es menos efectiva para sintetizar lo que ellos brindan: “¿quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón”. 

Domingos a las 19 en el Nun Teatro. No se la pueden perder. 

S.M. y F.M.

Ficha técnico artística
Dramaturgia: Joselo Bella, Ricardo Díaz Mourelle, Pedro Sedlinsky
Actores: Joselo Bella, Ricardo Díaz Mourelle
Vestuario y Escenografía: Alejandro Mateo
Diseño de luces: Matias Canony
Música original: Rony Keselman
Fotografía: Nadia Mastromauro
Diseño gráfico: Matias Canony
Asistencia de iluminación: Mario Gómez
Asistencia de dirección: Josefina Flores
Prensa: Octavia Gestión Cultural y Comunicación
Producción ejecutiva: Miguel Angel Ludueña
Diseño de coreografia: Micaela Racciatti
Dirección: Pedro Sedlinsky


NÜN TEATRO BAR
Juan Ramirez de Velasco 419 
Teléfonos: 4854-2107
Entrada: $ 200,00 - Domingo - 19:00 hs - Hasta el 16/04/2017

domingo, 19 de marzo de 2017

"Indiscriminadamente discriminados" o volver a la función social del teatro



El teatro es uno de los más expresivos y útiles instrumentos
para la edificación de un país, y el barómetro que marca
su grandeza o su descenso.
(Federico García Lorca)

Desde el principio de su historia el teatro tuvo alguna suerte de compromiso social. Y cuando decimos “desde el principio de su historia” hablamos de una época en la que ni el concepto de “sujeto”, ni el concepto de “social” tenían en significado que les damos en estos tiempos.
El ditirambo era una celebración ligada a fenómenos climatológicos y a la alegoría –Dionisios mediante– con la fecundidad. Se lo practicaba con desmesura y fue antecedente de nuestro carnaval. Durante el período apolíneo la tragedia se transformó en eficaz herramienta para generar “buenas costumbres”. El “ethos” griego, vale decir las normas de convivencia del espacio en común, halló en la metáfora dramática una forma de promoción de la manera de vivir que valorizaba la prudencia y la mesura.
“Ethos” se volvió durante el dominio del Imperio Romano –con esa practicidad latina para las traducciones– en “mos” o “moris”, raíz de la palabra “moral” de la que deriva: “morada”.
Los actores griegos actuaban impedidos de moverse.  Usaban unas importantes plataformas en cada pie llamadas coturnos y un tremendo mascarón llamado próposon que tenía por objeto la ampliación de las voces de los intérpretes desde que tenía oculto una suerte de primordial amplificador. El prefijo “pro”, en griego antiguo, significaba “delante”, y “poson”: cara. Pero una vez más los romanos  aplicaron su pragmatismo extremo y la llamaron “per–sonare”; “para hacerse oir”. De allí ha derivado la palabra persona.
Próposon como máscara, o: delante de la cara, ha dado mucho a la historia desde las religiones (especialmente la cristiana), al psicoanálisis y a la lingüística; pero la versión romana (personare) también da para pensar, y mucho. Porque  persona es la que se hace oír.
Bien, disculpen el largo introito pero quien esto escribe lo halla necesario para hablar del espectáculo teatral: "Indiscriminadamente discriminados", el último espectáculo de la Compañía Teatral Oveja Negra, un grupo de jóvenes y adultos a quienes les gusta transitar por la experiencia teatral incluyendo en el elenco a personas con capacidades diferentes  permitiéndose la experiencia de revisar los prejuicios, ampliar la mirada y atreverse a pensar otro mundo posible.
"Indiscriminadamente discriminados" es una curiosa joya que en la cartelera porteña parece haberse hecho cargo de una historia que supera los dos mil quinientos años de vigencia de lo esencial del Teatro.
Aquí todos y todas actúan con la misma máscara con la que nacieron y se hacen oír con voz clara y potente haciéndose cargo de su entidad de personas.  Tres escenas que nos ponen delante de un tremendo espejo donde somos espectadores de nuestra propia hipocresía montadas con humor y ternura.
La interpelación –con excelente aprovechamiento del lenguaje dramático– al “ethos” o la “moral” vigente que parece haber desoído a Saint Exupéry cuando nos dice: “lo esencial es invisible a los ojos”; tremenda distracción ésta que nos ha hecho construir un falso principio de igualdad que pretende disimular la calidad de diferentes que tenemos todos, todas, y cada uno y una de los seres humanos.
Una sugerencia final: cuando se enteren de que hay anunciada una función de "Indiscriminadamente discriminados" vayan. No se la pierdan porque van a salir ganando. 
     
Por lo pronto, queda una función más en Pan y Arte el próximo sábado 25 de marzo en el Espacio Teatral Pan y Arte, de Boedo 878, a las 20.30.

F.M. y S,M.


Ficha técnico-artística

Actrices y actores: María Eugenia Aparicio, Julieta Díaz, Micaela Luna, Magali Maldonado, Alejandra Manzo, Stéfano Paván, Iván Perri, marcela Rodríguez, Matías Scavone, Marina Simonetta, María Fernanda Vega Gutiérrez y Federico Zizmond - Compañía Teatral La Oveja Negra-

Escenografía: Compañía Teatral La Oveja Negra

Iluminación,  sonido y asistencia de dirección: Guillermo Bordone

Asistencia Actoral: Agustín Arrieta, Juan Ignacio Servente

Dirección: Gisela Amarillo

Este espectáculo formó parte del evento: 11va edición de Festival Enlaces
Este espectáculo formó parte del evento: Festival Vamos Que Venimos


PAN Y ARTE TEATRO
Boedo 876
Capital Federal - Buenos Aires – Argentina
Teléfonos: 4957-6922
Entrada: $ 200,00 - Sábado - 20:30 hs -
Funciones: sábados 18 y 25 de marzo