lunes, 11 de julio de 2016

De movimientos y equilibrios


Por definición, un objeto está en equilibrio cuando las fuerzas que actúan sobre él se compensan de tal manera que la suma total de fuerzas es nula. Durante el período considerado como “equilibrio inestable” el objeto se aleja de su posición inicial –por medio de alguna perturbación– para alcanzar su posición de equilibrio estable. Esto no significa, necesariamente, un estado de quietud. Un satélite en una órbita estable está en equilibrio.  Un trompo girando, si no tuviera rozamiento que lo detenga, estaría en perfecto equilibrio. Y ni que hablar si hablamos de espacios intererestelares, vale decir ajenos a cualquier fuerza de atracción gravitatoria.

Sin ir demasiado lejos (y valga toda interpretación contingente) andar en bicicleta bien puede ser ejemplo de equilibrio inestable, y sobre todo en movimiento.  En tiempos como los que corren “la bicicleta” parece haber generado diferentes significados y una cantidad aún mayor de significantes. La “bicicleta financiara” dio lugar a otra cantidad de construcciones lingüísticas que se refirieron a todas y cada una de las relaciones humanas. Y si bien el andar en bicicleta llegó a ser aceptado como costumbre, llegada desde la siempre culta Europa, como medio de transporte barato, no contaminante y beneficioso desde lo aeróbico; también se volvió emblema del pensamiento neo-liberal (por lo menos desde nuestros lares), como único de los pocos hechos positivos,  desde el advenimiento de las bici–sendas. Pero, siempre: la bicicleta.

Ahora bien, plantear un hecho dramático a tres voces con la única acción física de un constante pedaleo detenido oportunamente (y, mucho más que oportuna, conmovedoramente frenado con la reminiscencia del sonido de la inercia como parte estructural del hecho dramático) es un desafío tremendo en el que Micaela Fariña (autora y directora del espectáculo) llega a la meta con andar elegante. Los tres protagonistas transitan espacios en sprint y otros con la serenidad que exige el ciclismo urbano.

En la bicicleta como en la vida hay que moverse para que se mueva. Y en ese movimiento hay que sostener el equilibrio. En la bicicleta como en la vida hay que golpearse para aprender y hay que abrir el corazón al universo para disfrutar.

“Bicicletas, o de cómo en movimiento se llega al equilibrio” nos propone esa metáfora. Esa comparación.

Tres vidas diferentes que se recorren en una bicicleta que les cambió la mirada de lo bueno y lo malo de lo que sucede. Un movimiento equilibrado que los ayuda a olvidar, a perdonar y perdonarse, a planificar, a avanzar. En un devenir de pedaleo, la dramaturga y directora nos lleva hacia adelante y hacia atrás, a pesar de que es imposible ir para atrás en una bicicleta, por  tres historias que en forma aparente no tienen nada en común pero que se ligan y se van uniendo como único relato, el de la vida misma.

“Hay que mover las cosas para que las cosas se muevan”, reza un dicho metafísico. “Y para mover las cosas se requiere equilibrio”, podría ser la reflexión de este espectáculo al respecto.

Dos actrices y un actor en estupenda labor nos hacen viajar por sus vidas y por las propias. Despiertan un viaje hacia nuestros propios sentimientos y recuerdos desde la cadencia de su pedaleo.

El dispositivo escénico propicia el viaje en riguroso movimiento y exquisitos silencios.
“Bicicletas, o de cómo en movimiento se llega al equilibrio” es un original espectáculo que le propone al espectador un compromiso extra en la completud de lo que cuenta.

Rosario Alfaro, Belén Amada, Pablo Cusenza son los exactos intérpretes que proponen desde su viaje en bicicleta hacernos un repaso de sus vidas movilizando el delicado mecanismo de nuestros recuerdos.


No dejen de verlo.

S.M. y F.M. 


Ficha técnica:

Dramaturgia: Micaela Fariña
Actúan: Rosario Alfaro, Belén Amada, Pablo Cusenza
Diseño de vestuario: Wanda Siri
Diseño de escenografía: Sergio Fasani
Diseño de luces: David Seiras
Diseño De Sonido: Maz Iannone
Música original: Maz Iannone
Asistencia técnica: Ariel Dabbah
Asistencia de dirección: Catalina Collardin
Coreografía: Carolina Borca
Coach Vocal: Steffi Runge
Dirección: Micaela Fariña

VIERNES 21 HS.

EL ESTEPARIO TEATRO
Medrano 484
Teléfonos: (whatsapp)1555916879 / 1541690859

domingo, 10 de julio de 2016

Contagiándonos de amor

Desde un punto de vista etimológico –dicen los estudiosos– el término “sindrome” se acuña a partir de los dos elementos léxicos que lo componen: sýn y drom-síndrome significa 'carrera' y 'unión', es decir, una idea de precipitación ('carrera') que se concentra en un punto ('unión'); no es de extrañar que a partir de estos elementos el primer significado del término en griego sea 'tumulto'. Como término médico los primeros ejemplos seguros los encontramos en Galeno, s. II d.C., quien cita la palabra reiteradamente como un término propio de médicos empíricos… (y sigue).
Claro que el término extendió su significado a otras acepciones, se habla del “síndrome de Estocolmo”, del “síndrome del ama de casa”, del “síndrome de Peter Pan”, etc. todas éstas cuestiones que no parecen constituir enfermedades, por lo menos desde lo ontológico. Vamos entonces a ligar (como lo fue en un principio) el término “síndrome” a una cuestión referida a enfermedades.
Y si un síndrome delata la existencia de una enfermedad, lo correcto –en este caso tan especial– es desear que esa enfermedad sea contagiosa; porque lo que se recibe desde el escenario del Xirgú es una sobredosis de belleza. Y de amor.
Lidia y Miriam. Miriam y Lidia. Ellas pasean sus dones por el escenario con la comodidad de quienes están en el sector más íntimo de sus casas. Debe confesar quien redacta que ya había visto este espectáculo en Teatro del Pueblo y que fue a la sala Xirgu con ciertas dudas sobre la posibilidad de adaptación de la puesta al nuevo espacio. El resultado no pudo ser mejor. La siempre segura conducción de Corina Fiorillo ayudó a que estas inmensas actrices hicieran que el amplio espacio fuese justo marco a sus interpretaciones. La exquisita economía de recursos de la puesta no debe ser confundida con “minimalismo”. Por el contrario, hay una proyección del trabajo de estas actrices que linda con la enormidad. Luces y sonido ayudaron a disfrutar con máxima intensidad las coreografías de Mecha Fernández y la música de Rony Keselman.
Aparecen, junto a los textos de Martino, las poéticas de García Lorca y de Tejada Gómez. La combinación de la música original con la ya existente es de una precisión conmovedora. Y –permitiéndome un OTROSÍ como el de los letrados– digo, y vale, la versión  de “Balada para un loco”, por Lidia Catalano, es una rara perla. Y el final con la fusión de “Síndrome de amor”, la canción de Víctor Heredia que da origen al título y la bellísima “Danza”, de Ivano Fossati (que popularizó Marilina Ross) es otro delicioso bocado.
Insisto: si la principal acepción de síndrome” remite a enfermedad, es de esperar que ésta sea contagiosa. Es más, ojalá fuese una epidemia… de amor. Y de belleza.
SÍNDROME DE AMOR es el título del espectáculo teatral con dramaturgia de Miriam Martino que se presenta en el Teatro Margarita Xirgú, Acúan Lidia Catalano y Miriam Martino dirigidas por Corina Fiorillo. 


F.M.


Ficha técnica
Autoría: Miriam Martino
Sobre textos de: Federico Garcia Lorca, Armando Tejada Gómez
A partir de la canción de: Víctor Heredia
Actúan: Lidia Catalano, Miriam Martino
Vestuario y escenografía: María Mercedes Di Benedetto
Diseño de luces: Soledad Ianni
Realización de vestuario: Mariana Perez Cigoj
Música original: Rony Keselman
Coreografía: Mecha Fernández
Asistencia de dirección: María Mercedes Di Benedetto
Dirección: Corina Fiorillo
XIRGU - ESPACIO UNTREF - Chacabuco 875
Sábados a las 21.

Contagiándonos de amor

Desde un punto de vista etimológico –dicen los estudiosos– el término “sindrome” se acuña a partir de los dos elementos léxicos que lo componen: sýn y drom-síndrome significa 'carrera' y 'unión', es decir, una idea de precipitación ('carrera') que se concentra en un punto ('unión'); no es de extrañar que a partir de estos elementos el primer significado del término en griego sea 'tumulto'. Como término médico los primeros ejemplos seguros los encontramos en Galeno, s. II d.C., quien cita la palabra reiteradamente como un término propio de médicos empíricos… (y sigue).
Claro que el término extendió su significado a otras acepciones, se habla del “síndrome de Estocolmo”, del “síndrome del ama de casa”, del “síndrome de Peter Pan”, etc. todas éstas cuestiones que no parecen constituir enfermedades, por lo menos desde lo ontológico. Vamos entonces a ligar (como lo fue en un principio) el término “síndrome” a una cuestión referida a enfermedades.
Y si un síndrome delata la existencia de una enfermedad, lo correcto –en este caso tan especial– es desear que esa enfermedad sea contagiosa; porque lo que se recibe desde el escenario del Xirgú es una sobredosis de belleza. Y de amor.
Lidia y Miriam. Miriam y Lidia. Ellas pasean sus dones por el escenario con la comodidad de quienes están en el sector más íntimo de sus casas. Debe confesar quien redacta que ya había visto este espectáculo en Teatro del Pueblo y que fue a la sala Xirgu con ciertas dudas sobre la posibilidad de adaptación de la puesta al nuevo espacio. El resultado no pudo ser mejor. La siempre segura conducción de Corina Fiorillo ayudó a que estas inmensas actrices hicieran que el amplio espacio fuese justo marco a sus interpretaciones. La exquisita economía de recursos de la puesta no debe ser confundida con “minimalismo”. Por el contrario, hay una proyección del trabajo de estas actrices que linda con la enormidad. Luces y sonido ayudaron a disfrutar con máxima intensidad las coreografías de Mecha Fernández y la música de Rony Keselman.
Aparecen, junto a los textos de Martino, las poéticas de García Lorca y de Tejada Gómez. La combinación de la música original con la ya existente es de una precisión conmovedora. Y –permitiéndome un OTROSÍ como el de los letrados– digo, y vale, la versión  de “Balada para un loco”, por Lidia Catalano, es una rara perla. Y el final con la fusión de “Síndrome de amor”, la canción de Víctor Heredia que da origen al título y la bellísima “Danza”, de Ivano Fossati (que popularizó Marilina Ross) es otro delicioso bocado.
Insisto: si la principal acepción de síndrome” remite a enfermedad, es de esperar que ésta sea contagiosa. Es más, ojalá fuese una epidemia… de amor. Y de belleza.
SÍNDROME DE AMOR es el título del espectáculo teatral con dramaturgia de Miriam Martino que se presenta en el Teatro Margarita Xirgú, Acúan Lidia Catalano y Miriam Martino dirigidas por Corina Fiorillo. 

F.M.


Ficha técnica
Autoría: Miriam Martino
Sobre textos de: Federico Garcia Lorca, Armando Tejada Gómez
A partir de la canción de: Víctor Heredia
Actúan: Lidia Catalano, Miriam Martino
Vestuario y escenografía: María Mercedes Di Benedetto
Diseño de luces: Soledad Ianni
Realización de vestuario: Mariana Perez Cigoj
Música original: Rony Keselman
Coreografía: Mecha Fernández
Asistencia de dirección: María Mercedes Di Benedetto
Dirección: Corina Fiorillo
XIRGU - ESPACIO UNTREF - Chacabuco 875
Sábados a las 21.

Contagiándonos de amor

Desde un punto de vista etimológico –dicen los estudiosos– el término “sindrome” se acuña a partir de los dos elementos léxicos que lo componen: sýn y drom-síndrome significa 'carrera' y 'unión', es decir, una idea de precipitación ('carrera') que se concentra en un punto ('unión'); no es de extrañar que a partir de estos elementos el primer significado del término en griego sea 'tumulto'. Como término médico los primeros ejemplos seguros los encontramos en Galeno, s. II d.C., quien cita la palabra reiteradamente como un término propio de médicos empíricos… (y sigue).
Claro que el término extendió su significado a otras acepciones, se habla del “síndrome de Estocolmo”, del “síndrome del ama de casa”, del “síndrome de Peter Pan”, etc. todas éstas cuestiones que no parecen constituir enfermedades, por lo menos desde lo ontológico. Vamos entonces a ligar (como lo fue en un principio) el término “síndrome” a una cuestión referida a enfermedades.
Y si un síndrome delata la existencia de una enfermedad, lo correcto –en este caso tan especial– es desear que esa enfermedad sea contagiosa; porque lo que se recibe desde el escenario del Xirgú es una sobredosis de belleza. Y de amor.
Lidia y Miriam. Miriam y Lidia. Ellas pasean sus dones por el escenario con la comodidad de quienes están en el sector más íntimo de sus casas. Debe confesar quien redacta que ya había visto este espectáculo en Teatro del Pueblo y que fue a la sala Xirgu con ciertas dudas sobre la posibilidad de adaptación de la puesta al nuevo espacio. El resultado no pudo ser mejor. La siempre segura conducción de Corina Fiorillo ayudó a que estas inmensas actrices hicieran que el amplio espacio fuese justo marco a sus interpretaciones. La exquisita economía de recursos de la puesta no debe ser confundida con “minimalismo”. Por el contrario, hay una proyección del trabajo de estas actrices que linda con la enormidad. Luces y sonido ayudaron a disfrutar con máxima intensidad las coreografías de Mecha Fernández y la música de Rony Keselman.
Aparecen, junto a los textos de Martino, las poéticas de García Lorca y de Tejada Gómez. La combinación de la música original con la ya existente es de una precisión conmovedora. Y –permitiéndome un OTROSÍ como el de los letrados– digo, y vale, la versión  de “Balada para un loco”, por Lidia Catalano, es una rara perla. Y el final con la fusión de “Síndrome de amor”, la canción de Víctor Heredia que da origen al título y la bellísima “Danza”, de Ivano Fossati (que popularizó Marilina Ross) es otro delicioso bocado.
Insisto: si la principal acepción de síndrome” remite a enfermedad, es de esperar que ésta sea contagiosa. Es más, ojalá fuese una epidemia… de amor. Y de belleza.
SÍNDROME DE AMOR es el título del espectáculo teatral con dramaturgia de Miriam Martino que se presenta en el Teatro Margarita Xirgú, Acúan Lidia Catalano y Miriam Martino dirigidas por Corina Fiorillo. 

Ficha técnica
Autoría: Miriam Martino
Sobre textos de: Federico Garcia Lorca, Armando Tejada Gómez
A partir de la canción de: Víctor Heredia
Actúan: Lidia Catalano, Miriam Martino
Vestuario y escenografía: María Mercedes Di Benedetto
Diseño de luces: Soledad Ianni
Realización de vestuario: Mariana Perez Cigoj
Música original: Rony Keselman
Coreografía: Mecha Fernández
Asistencia de dirección: María Mercedes Di Benedetto
Dirección: Corina Fiorillo
XIRGU - ESPACIO UNTREF - Chacabuco 875
Sábados a las 21.

Contagiándonos de amor

Desde un punto de vista etimológico –dicen los estudiosos– el término “sindrome” se acuña a partir de los dos elementos léxicos que lo componen: sýn y drom-síndrome significa 'carrera' y 'unión', es decir, una idea de precipitación ('carrera') que se concentra en un punto ('unión'); no es de extrañar que a partir de estos elementos el primer significado del término en griego sea 'tumulto'. Como término médico los primeros ejemplos seguros los encontramos en Galeno, s. II d.C., quien cita la palabra reiteradamente como un término propio de médicos empíricos… (y sigue).
Claro que el término extendió su significado a otras acepciones, se habla del “síndrome de Estocolmo”, del “síndrome del ama de casa”, del “síndrome de Peter Pan”, etc. todas éstas cuestiones que no parecen constituir enfermedades, por lo menos desde lo ontológico. Vamos entonces a ligar (como lo fue en un principio) el término “síndrome” a una cuestión referida a enfermedades.
Y si un síndrome delata la existencia de una enfermedad, lo correcto –en este caso tan especial– es desear que esa enfermedad sea contagiosa; porque lo que se recibe desde el escenario del Xirgú es una sobredosis de belleza. Y de amor.
Lidia y Miriam. Miriam y Lidia. Ellas pasean sus dones por el escenario con la comodidad de quienes están en el sector más íntimo de sus casas. Debe confesar quien redacta que ya había visto este espectáculo en Teatro del Pueblo y que fue a la sala Xirgu con ciertas dudas sobre la posibilidad de adaptación de la puesta al nuevo espacio. El resultado no pudo ser mejor. La siempre segura conducción de Corina Fiorillo ayudó a que estas inmensas actrices hicieran que el amplio espacio fuese justo marco a sus interpretaciones. La exquisita economía de recursos de la puesta no debe ser confundida con “minimalismo”. Por el contrario, hay una proyección del trabajo de estas actrices que linda con la enormidad. Luces y sonido ayudaron a disfrutar con máxima intensidad las coreografías de Mecha Fernández y la música de Rony Keselman.
Aparecen, junto a los textos de Martino, las poéticas de García Lorca y de Tejada Gómez. La combinación de la música original con la ya existente es de una precisión conmovedora. Y –permitiéndome un OTROSÍ como el de los letrados– digo, y vale, la versión  de “Balada para un loco”, por Lidia Catalano, es una rara perla. Y el final con la fusión de “Síndrome de amor”, la canción de Víctor Heredia que da origen al título y la bellísima “Danza”, de Ivano Fossati (que popularizó Marilina Ross) es otro delicioso bocado.
Insisto: si la principal acepción de síndrome” remite a enfermedad, es de esperar que ésta sea contagiosa. Es más, ojalá fuese una epidemia… de amor. Y de belleza.

SÍNDROME DE AMOR es el título del espectáculo teatral con dramaturgia de Miriam Martino que se presenta en el Teatro Margarita Xirgú, Acúan Lidia Catalano y Miriam Martino dirigidas por Corina Fiorillo.