Gracias por volar conmigo es la unión de las dos vidas de Fernando Peña el teatro y su época como tripulante de cabina. Fernando voló durante 12 años en Eastern Airlines y American Airlines y muestra con mucho humor todos los aspectos de la vida en el aire pasando por pasajeros, tripulantes, pilotos, maletas, emergencias, comidas de abordo, aeropuertos, esperas, hoteles, affaire de alto vuelo, sexo, etc.. Con Milagros López como estrella de este espectáculo, Fernando pasa revista de este mundo fascinante e intrigante del mundo de la aviación, según Fernando Peña.."todos en algún momento de nuestras vidas quisimos trabajar en una línea aérea...es una materia pendiente en la vida de muchas personas...".Fernando escribió estos monólogos observando que cuando estaba en sobremesas con amigos, todos en algún momento le pedían que contara anécdotas de vuelo y al contarlas lograba que todos quedaran pasmados con sus historias, esto provoco que plasmara estas anécdotas variopintas en el escenario. Según Peña es su única obra en la cual se despojo de todo dramatismo lanzándose de lleno a la comedia.
Ficha técnico artística
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 4300 8817 / 4307 0066
Entrada: $ 30,00 - Domingo - 19:00 hs Entrada: $ 30,00 - Viernes - 21:00 hs
A las 19.20 se apagaron las luces de la sala. Cuando volvieron a encenderse eran casi las 22.30. Tres horas había durado ese viaje en el que Fernando Peña nos había convertido arbitrariamente en tripulación y pasajeros de un disparatado, histriónico y fascinante vuelo. Dentro de ese avión imaginario compartimos aventuras y emociones con la entrañable Milagros López. Con Lidia, Estela, Graciela y Cristina conocimos los diferentes "tipos" de azafata que a uno puede tocarle en suerte. Con Roberto, al pintoresco comisario de abordo. Y, finalmente, con "Tripulín" nos enteramos crudamente de las anécdotas, confesiones, sueños, aterrizajes forzosos que pasajeros, tripulantes, pilotos, protagonizan cuando suben a un avión.
Peña despliega toda su capacidad expresiva y, con descarnada sinceridad (que lo caracteriza, por cierto), entabla con el público una relación que por momentos cae en la más absoluta complicidad.
A uno no le queda otra que agradecerle "dejarnos volar con él".