viernes, 19 de agosto de 2022

NÉSTOR, el presidente militante. O "Néstor no se murió..."

 



Sin dudas, hace falta valentía –y mucha- para cambiar el rumbo de un país. Y hace falta valentía, también,  para ponerse en la piel de ese que cambió el rumbo de un país a diez años de su fallecimiento. Dos valientes. Y los dos se llaman Néstor.

El segundo es Néstor Sánchez, exquisito actor que enfrentó el desafío del encarnar al primero que fue/es  nada más y nada menos que Néstor Carlos Kirchner. Nuestro Presidente militante. Antes, hubo otros dos valientes: el que escribió la historia y el que la adaptó para teatro. Gabriel Pandolfo y Enrique Federman (quien también dirige la propuesta) respectivamente.

El resultado es un sensible espectáculo que bordea el bio-drama, y nos trae -a quienes lo amamos y extrañamos- al querido Néstor Kirchner un ratito de vuelta. Utilizando con gran acierto recursos audiovisuales y lumínicos, Federman se apoyó fundamentalmente en el talento, la entrega y la sensibilidad de Néstor Sánchez quien, sin asomarse en ningún momento a la imitación,  logra un conmovedor parecido con el Néstor Presidente. La historia del peronismo, del kirchnerismo, del país de las últimas cuatro décadas y del hombre que nos devolvió la esperanza desde su juramento presidencial hasta el día de su fallecimiento,  están narradas con maestría  en un pequeño escenario donde sólo hay una mesa, dos sillas, una pantalla y el cuerpo dúctil y dispuesto de un actor comprometido con su tiempo y sus acontecimientos.

La música original del Gran León Nacional –Gieco- aporta emoción y ternura al relato.

Nada de lo que en ese escenario sucede puede generar sorpresa en quienes hace tan poco vivimos y transitamos los hechos que allí se cuentan. Sin embargo todo es sorpresa en ese recorrido que Sánchez propone calzándose a Kirchner en su piel como un guante y en su alma como una desmesura de nobleza.

El espectáculo no es imparcial. Y no le da al público presente ninguna posibilidad de serlo. Cuando las luces se encienden y Néstor vuelve a ser Sánchez, una infinidad de voces se suman al corazón de ese  público que canta –en silencio o a los gritos- “Néstor no se murió, Néstor no se murió…”

No se la pierdan. Quedan muy poquitas funciones en la sala Dumont. Luego, seguramente rodará por espacios militantes, pero vale la alegría verla en su lugar original, donde la técnica es impecable. 

Stella Matute
Agosto 2022


FICHA ARTÍSTICO/TÉCNICA:

Dramaturgia: Enrique Federman - Sobre textos de Gabriel Pandolfo

Actor: Néstor Sánchez

Vestuario, escenografía y maquillaje: Lula Rojo

Pelucas: Mónica Gutiérrez

Diseño de luces: Omar Possemato

Diseño De Sonido: Pablo Martín

Edición de video: André Palacios

Música original: León Gieco

Asistencia de dirección: Daniel Ceriotti

Producción ejecutiva: Vanina Fabrica

Producción general: Maximiliano Altieri

Dirección: Enrique Federman

DUMONT 4040

Santos Dumont 4040 – CABA - Teléfono: 011-23967013
Domingos 20.30 hs. hasta el 28 de agosto


miércoles, 17 de agosto de 2022

Stefano, la potencia de nuestros ancestros

 

Mis cuatro abuelos eran españoles. Los cuatro llegaron a “l´América” por separado y cargados de ilusiones entre 1905 y 1909. Por esas cosas de la inmigración, los cuatro viajaron casi mil kilómetros entre el Puerto de Buenos Aires y una tierra promisoria llamada Mendoza. Los cuatro fueron casi fundadores de San Rafael, lugar donde yo, muchos años más tarde, nací.

Mi abuelo paterno se suicidó a los 33 años y su mujer lo siguió muy poco después, dicen que de tristeza. Dejaron tres hijos pequeños. Uno de ellos fue mi padre, que se quedó huérfano a los seis años. A mi padre lo adoptaron otros inmigrantes españoles que ya eran padres de cuatro varones y una mujer, que luego fue mi madre. Sí, mi padre y mi madre, hijos de inmigrantes, se criaron casi como hermanos dentro de una comunidad endogámica que se sostenía en las tristezas que la emigración primero y la inmigración después dejan como huellas imborrables. Mi abuela materna también se quedó viuda muy joven y  fue la que más sobrevivió a esas tristezas que la horadaban. Sin perder nunca su acento castizo siempre hablaba de su tierra, del hambre, de la desesperanza, del viaje en barco, de la pérdida de unos de sus hermanitos en el puerto, al que no volvió a ver nunca más, y del comienzo de la nueva vida en ese pueblo argentino que la había recibido y que ella amaba.

Emigración. Inmigración. ¿De cuántas tragedias, de cuántas ilusiones perdidas, de cuántas familias destrozadas, hablamos cuando hablamos de estas cosas? ¿De cuántas esperanzas, de cuánto esfuerzo, de cuánta lucha, de cuánta frustración?

La obra teatral “Stefano”, de Armando Discépolo, está escrita en 1928. Y narra mucho de lo que narraba mi abuela, pero en una familia italiana. La ilusión, la esperanza, la frustración, el fracaso, la muerte prematura. Muerte decidida o prepotente, da lo mismo.

Siempre es una ilusión y un desafío de los grandes para un elenco encarar la puesta en escena de “un Stéfano”, y si además es en el territorio del teatro independiente, ese desafío se agranda en forma desmesurada. Y la ilusión también. Ilusión y desafío parecidos a aquellos de los inmigrantes que poblaron esta tierra en los comienzos del siglo XX y que tan bien retrata Discépolo en sus obras.

La versión que se está ofreciendo todos los sábados en el Teatro La Máscara atesora esa  ilusión y supera el desafío. 

Osmar Nuñez a cargo de la dirección y puesta en escena logra atravesar tiempos y espacios y hace que Stéfano sea un hombre de 1928 y al mismo tiempo uno que camina hoy nuestras calles. Y también su exquisita batuta hace que todos los instrumentos humanos que habitan ese escenario suenen en una misma frecuencia, y actrices y actores no desafinen nunca. Todo el elenco suena en una armónica melodía.

Jorge Paccini y Elena Petraglia encarnando a María Rosa y Don Alfonso, se calzan al eterno e indisoluble matrimonio que pareciera moverse en una coreografía sin fisuras. El dúo le pone el tono justo al grotesco y la tragedia en el comienzo del espectáculo y diseña el camino para que el resto del elenco lo recorra con soltura.

Párrafo aparte para Norberto Gonzalo que carga con el peso de la complejidad de ese personaje protagónico y la alegría de su sueño cumplido. Ha encontrado, sin dudas, en Stefano al personaje exacto para calzarle su piel y su alma. Lo encara con una sensibilidad que emociona. Parecería que su extensa trayectoria actoral se ha puesto al servicio de esta criatura que atraviesa a la platea con su tragedia.

Osmar Nuñez, nuestro inmenso actor, ha elegido para dirigir este espectáculo un equipo que entendió su propuesta y la potenció; la escenografía y vestuario de Alejandro Mateo le aporta belleza al dolor gris de esa historia que sucedió comenzando el siglo XX y se extiende hasta el transcurso de estos atribulados tiempos que vivimos. La puesta y la dirección de actores de un director que es actor, devienen en un gran espectáculo en el que priman la sencillez y la nobleza.

Cuando la luz comenzó a bajar sobre el escenario y los acordes finales de los delicados arreglos musicales de Gerardo Amarante sonaron, entre lágrimas vi como mis cuatro abuelos se abrazaban emocionados en el fondo del escenario, detrás de esa foto final de la familia de Stefano.

Stella Matute
Agosto, 2022

FICHA ARTÍSTICO/TÉCNICA:

Autor: Armando Discépolo

Elenco: Norberto Gonzalo, Patricio Gonzalo, Pablo Mariuzzi, Jorge Paccini, Elena Petraglia, Paloma Santos, Lucas Soriano, Maria Nydia Ursi-Ducó

Diseño de vestuario y escenografía: Alejandro Mateo

Diseño de luces: Cristina Lahet

Fotografía: Ana Maria Ferrari

Diseño gráfico: Leandro Correa

Asistencia artística: Mónica Benavidez

Asistencia de dirección: Ruth Scheinsohn

Prensa: Marcos Mutuverría

Arreglos musicales: Gerardo Amarante

Producción ejecutiva: Claudia Díaz

Dirección: Osmar Nuñez

TEATRO LA MÁSCARA - Piedras 736- CABA - Reservas: 4307-0566

Sábados 21 hs.