lunes, 8 de febrero de 2021

Un puzzle que nos rompe la cabeza

 

Veintiuna obras son seleccionadas entre 1540 obras. Sin duda esas veintiuna obras tiene gran mérito. Una de esas obras es "Puzzle", de Omar Lopardo y después de haber visto el espectáculo sé que tiene muchísimo más que un gran mérito. Es una obra que merece ese premio y muchos otros.

Dos hombres llegan al mismo tiempo a un banco de plaza. Los dos consideran que ese banco les pertenece. Nunca antes se han visto. Pero muy pronto descubren que se conocen mucho más de lo que pueden imaginar. La memoria les irá jugando una mala pasada –o buena, depende desde dónde miremos- y se les irá develando la historia propia y la del otro, que no es la misma pero es igual. ¿Son dos? ¿Es uno? ¿Son ellos? ¿O somos nosotros? Tal vez no tiene importancia, o la tiene toda, porque son un universo todo y desde ese universo hablan de la vida, de la verdad, de la mentira, de los engaños, de la burla, de los desencantos, de la identidad, de lo expuesto, de lo oculto…  y de la justicia en todas sus formas –formal, divina, por mano propia-.

Un texto intenso, misterioso, inquietante -con reminiscencias de Beckett, Sartre, Ionesco-, con chispazos de humor, que encontró en Santiago Doria a su director ideal. Una puesta bella y minimalista, que cuenta no sólo a través de la palabra sino de los objetos, los colores, las luces, los sonidos. Impecables trabajos de escenografía, vestuario, luces y música en manos de Daniel Feijoò, Laura Singh, Roberto Traferri y Martín Bianchedi respectivamente. Un espectáculo bordado a mano, estilo exquisito tan propio de Doria.  


Párrafo aparte, obvio, para las dos descomunales actuaciones, que se entregan con pasión a la difícil propuesta tanto de texto como de dirección. Esteban y Marcos tienen en Osmar Nuñez y Jorge Suárez sus cuerpos y sus almas. Sus encarnaduras precisas. Dos trabajos de una sensibilidad mayúscula. Un ir y venir cómodo -que incomoda- de la palabra al sentimiento, del sentimiento al desgarro.

Del otro lado de la pantalla –el espectáculo se ofrece desde la plataforma digital del Teatro Nacional Cervantes- las y los espectadores se reflejarán en espejos deformes mientras se preguntan cuánto de cada uno de esos dos personajes vive –y muere- en cada uno de nosotros.

Stella Matute


Ficha técnico-artística:

Autor: Omar Lopardo

Actores: Osmar Núñez y Jorge Suárez

Producción: TNC: Marcelo Dorto

Asistencia de dirección: TNC: Esteban De Sandi

Música: Martín Bianchedi

Iluminación: Roberto Traferri

Vestuario: Laura Singh

Escenografía: Daniel Feijóo

Dirección: Santiago Doria

Disponible aquí: https://www.youtube.com/watch?v=6cL0EzVqu4I
Duraciòn: 51 minutos.

Othelo como excusa

 

Volver a ser espectadora después de un año de aislamiento y pandemia no era un detalle menor. Para quienes enfrentamos este tiempo con responsabilidad, salir hacia un hecho social, ya es mucho. Todo inquieta. Y sentarse en una sala teatral con barbijo puesto, después de haber sido testeada en temperatura y a dos metros de distancia del siguiente espectador, propone un estado verdaderamente especial. De verdad deseaba que lo que iba a ver me conmoviera –siempre lo deseo, pero en este tiempo todo se dimensiona-, lo que no esperaba era que me modificara tanto. Y sin duda, “Othelo –termina mal-“ modifica.

En realidad, ya el título debió habérmelo advertído.

¡Esto es Shakespeare!, aclaran de entrada los cuatro magos del escenario. Y para afirmarlo ponen al gran William –cual omnipresente testigo- para que los observe desde un costado de la acción. ¡No es clown, no señores!, vuelven a aclarar y no se ponen nunca la nariz roja. Y desde esa aclaración casi constante ofrecen Othelo y también –por si fuera poco- aclaran de entrada que “termina mal”. Por lo tanto, nos anuncian que no habrá sorpresa. Que todo lo que pase allí ya lo sabemos. ¡Ja! Gran engaño. Porque el público no tiene idea de lo que va a ver… 

La historia del admirado autor inglés ha sido amasada en la talentosa procesadora de Gabriel Chame Buendia y mezclada con una apabullante dosis de imaginación, otra de sorpresa, una más grande de ingenio y otra –inmensa- de riesgo. Vertió esa mezcla en los cuatro de los mejores “moldes” con que un hacedor pueda contar y el resultado es un Othelo desopilante horneado a fuego lento en la llama única del talento colosal.

Tres actores y una actriz para un Otelo completo. Ahí están Yago, Desdémona, su padre, Rodrigo, Casio, Ludovico, Emilia, Brabancio y –claro- Otelo siendo fieles e infieles al mismo tiempo a la mítica obra shakespeariana. Respetándola a rajatabla pero acercándola desfachatadamente a nuestros días, a nuestro lenguaje, a nuestro cotidiano. Con humor desopilante, con desparpajo, con soltura, y con trabajo. Mucho trabajo. Traspirando la camiseta como obreros de la escena. Convirtiendo cajas en tronos, mesas en palacios, telas en mares y sábanas, cuerpos en instrumentos inefables de la narración.

¿Teatro físico? Si. Y del muy bueno. Pero hay más. ¿Clown? Sí, y del mejor. Pero hay más. ¿Buenas voces? Si, pero hay más. ¿Buen manejo del escenario? Sí, pero hay más. ¿Interacción descomunal con el público? Sí, pero hay más. Hay más.

Hay comunión. Hay ceremonia. Hay ofrenda. Hay actualidad feroz en ese texto milenario traído a interpelarnos hoy.


Matias Bassi, Elvira Gómez, Gabriel Beck y Martín López Carzolio
son los desaforados e imprescindibles creadores con los que Gabriel Chame Buendía cuenta para que su vuelo de dramaturgia y dirección sea alto y luminoso. Los cuatro alcanzan climax a lo largo de los 110 minutos que dura el espectáculo y que pasan volando.

El público ríe ríe y ríe con los juegos y recursos de estos cuatro artistas que se sacan chispas en un duelo de talentos pocas veces visto en la escena porteña. Y a la vez, puedo asegurar, que el público teatral nunca antes quedó tan mudo cuando esta tragedia se desenlaza. Otro gran hallazgo de Chame Buendia. 

Othelo, tantas veces vista, esta vez es la mejor excusa posible para hablar de la condición humana actual, de la mentira, la verdad, la justicia, las conspiraciones y, sobre todo, la violencia y el femicidio. 

Volver a ser espectadora después de ¿un año? ¿un siglo? ¿un milenio? de aislamiento y pandemia no era un detalle menor. Un acierto de mi parte haber elegido este espectáculo para volver a serlo. Hasta el tapabocas deja de molestar por tanta entrega que llega desde el escenario del Caras y Caretas. Y sí, salí de la sala absolutamente modificada. 

No se lo pierdan.

Stella Matute


FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA:

Autor: William Shakespeare

Adaptación: Gabriel Chame Buendia

Actores: Matías Bassi, Gabriel Beck, Elvira Gomez, Martín López Carzolio

Vestuario: Gabriel Chame Buendia

Escenografía y Diseño de luces: Jorge Pastorino

Diseño sonoro: Sebastián Furman

Redes Sociales: Juan Gabriel Yacar

Fotografía: Gianni Mestichelli

Diseño gráfico: Matías Bassi, Agostina Bruzzone

Asistencia de escenario: Paula Cecilia Ceresole

Asistencia de escenografía: Cecilia Stanovnik

Asistencia De Producción: Micaela Fariña

Asistencia técnica: Ariel Dabbah

Asistencia de dirección: Justina Grande

Prensa: Marcos Mutuverría

Producción ejecutiva: Juan Gabriel Yacar

Producción: Buendia Theatre

Dirección: Gabriel Chame Buendia


CARAS Y CARETAS 2037 - Sarmiento 2037 - CABA
Viernes - 20:00 hs - Hasta el 26/03/2021
Duración: 110 minutos