lunes, 12 de diciembre de 2016

Teatro para perrxs


Teatro para perrxs es una experiencia teatral que se enarbola como simple e inefable.
Un grito que nos provoca. Un aullido que nos despierta. Un ladrido que nos expresa. Un alarido que nos aquieta. Una energía invasora que se potencia y nos potencia; que nos sostiene y nos expulsa; que nos contiene y nos enfrenta con lo que somos, con lo que creemos que somos, con lo que deseamos ser.
Fernando Alegre, su autor y director, es un artista todo terreno que lucha contra la domesticación. De eso se trata su “Teatro para perrxs”. De luchar, atravesar, acuciar, enfrentar, bravear. Y al espectador no le queda otra que reflexionar y reflexionar-se; que pensar y pensar-se; que mirar y mirar-se. También disfrutar y disfrutar-se. Porque “Teatro para perrxs” habla fundamentalmente de cada unx de nosotrxs en tanto ser social y del otro en tanto otredad que nos consolida. Yo y el Otro. Ese extraño tejido que nos forma y nos deforma.
Cuenta, Fernando, con cinco actrices y dos actores que no escatiman ni un gramo de compromiso en una puesta que les exige el máximo de presencia, y una cuota extrema de responsabilidad escénica. Lxs miramos y nos miran. Lxs vemos y nos ven. En ellxs y desde ellxs escenario y platea son una sola cosa porque todxs somos nosotrxs y lxs otrxs. Logran una comunión exquisita y perturbadora con el espacio y con el público. Se provocan y nos provocan. Se acarician y nos acarician. Se atreven y nos interpelan.
Escenografía, vestuario y luces (también a cargo del autor y director) suman a la belleza general de un espectáculo especial para ver los domingos por la tarde, en ese horario en que las almas se enfrentan con los cuerpos de quienes transitamos esta vida haciéndonos preguntas.
Quedan pocas funciones. No se lo pierdan.
S.M.

Ficha técnico-artística
Idea: Beatriz Alvarez, Manuel Cardozo, Gloria Fiol, Constanza Lidueña, Trinidad Llaneza, Carolina Losicer, Joaquín Nudel, Miriam Torchia
Dramaturgia: Fernando Alegre
Diseño de escenografía,  vestuario y luces: Fernando Alegre
Realización de escenografía: Manuel Cardozo, Joaquín Nudel
Realización de vestuario: Pedro Muñóz
Video: Matías Erazo
Música original: Mariano Larumbe, Pablo Vila
Música: Lautaro Delgado
Operación de luces: Nicolás Leccese
Fotografía: Gisela Losicer
Diseño gráfico: Fernando Briloni
Asistencia de dirección: Silvia Acevedo
Producción: Fernando Alegre, Beatriz Alvarez, Manuel Cardozo, Gloria Fiol, Trinidad Llaneza, Carolina Losicer, Miriam Torchia
Dirección general: Fernando Alegre


CENTRO CULTURAL BORGES
Viamonte 525 Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Reservas: 116665-59843
Entrada: $ 150,00 / $ 100,00 - Domingo - 19:00 hs - Del 11/12/2016 al 18/12/2016
Único sábado - 20:30 hs - 17/12/2016
Duración: 60 minutos

  

lunes, 5 de septiembre de 2016

"Homero. El color de la sudestada". Un Manzi diferente.


Homero se sube a un tren y sabe que tal vez sea su último viaje. O tal vez no. Depende de si está dispuesto a dejar de beberse unos tragos, salir de noche, jugar al póker, ir al comité a discutir de política, tanguear hasta que salga el sol. En fin, depende de si está dispuesto a dejar de ser quién es.

“¡¿Cómo me voy a morir justo ahora que tengo todo por hacer?!”, se pregunta iniciando ese viaje que lo llevará, y nos llevará con él, a una evocación con mucho de política, con mucho de amores, con mucho de magia, con mucho de poesía. Como fue su vida.

En este viaje, si lo sabemos, podemos recordar; y si no lo sabemos, podemos enterarnos de que Homero Manzi además de un letrista de tangos sin igual, de un poeta mayúsculo y de un enamoradizo empedernido que podía apostar en una mesa de póker a todo o nada para ganarse a una morocha, fue un hombre comprometido en extremo con la vida política de su país. Un militante radical que a pesar de haber sido expulsado de su partido nunca dejó de serlo, aunque simpatizó con el primer gobierno peronista. El espectáculo tiene su momento cúlmine cuando evoca aquel 17 de octubre en el que “el color de la sudestada” tiñó las calles de Buenos Aires y repartió colores al resto del país.

Se sorprenderá el espectador que vaya a escucharse unos tanguitos de Manzi. Si bien suenan en escena algunos fragmentos de sus composiciones más famosas, la impronta musical está en manos de José Luis Castiñeira de Dios, quien, además de ser el director musical, le ha puesto música a letras originales escritas por Fernando Musante. Sí, alguien se atrevió a escribirle tangos y poesías a Manzi. Y lo bien que lo ha hecho.

El “Chino” Laborde, ese cantorazo que ya nos tiene acostumbrados a deleitarnos con sus estupendas interpretaciones tangueras, es el responsable de calzarse la piel del poeta radical y se manda un debut teatral de antología. Homero está allí, un poco más alto, pero en su exacta dimensión. Lo acompaña una Roxana Fontán que va de la adolescente Juana a la sensual Malena a la sufrida Casiana con una ductilidad sorprendente; y la magia extrema llega de su mano cuando canta “a cappella” una versión de Malena. Los acompaña el cantor Claudio Garcés como servidor de escena deleitando siempre con su voz y su afinación.

La escenografía virtual se ha construido a partir de pinturas originales del artista plástico Horacio Cacciabue y le aporta al espectáculo una cuota de vuelo extra, por si hiciera falta. Exquisito trabajo en conjunto con Fernando Silva quien transformó esas pinturas en animaciones.

Precisa dirección de Leonardo Nápoli para su propio texto, que recorre sin respiro la vida de un poeta comprometido con su tiempo, sus sentimientos y su Nación.

Manzi vuelve a interpelarnos preguntándose y preguntándonos qué es lo nacional y qué lo que no nos pertenece y adoptamos como propio. En definitiva se pregunta y nos pregunta qué es ser argentino.

Homero se sube a un tren y nos lleva con él. Homero se sube a un tren y vuelve a crear misterio. Ese “misterio de adiós que siembra el tren”.

S.M.

Homero. El color de la sudestada.
De Leonardo Nápoli, José Luis Castiñeira de Dios y Fernando Musante
Teatro - El Musical del Tango

Ficha técnica:

Homero: Walter “Chino” Laborde
Juana / Malena / Casiana: Roxana Fontan
Actor / Cantor / Servidor de escena: Claudio Garcés

Dramaturgia: Leonardo Nápoli
Letras y poemas: Fernando Musante
Música original y dirección musical: José Luis Castiñeira de Dios
Coreografía: Mecha Fernandez
Arte de escena: Horacio Cacciabue
Diseño multimedia: Fernando Silva
Diseño de luces: Roberto Traferri

Dirección general: Leonardo Nápoli


Caras y Caretas 2037
Sarmiento 2037 – CABA
Domingos de setiembre y octubre
20 hs. 

"LA TEMPESTAD": una cita con el buen teatro

Foto: Gabriel Oscar Perez
“Estamos tejidos con idéntica tela que los sueños, y nuestra corta vida se cierra con un sueño.” Así dice Próspero, el duque de Milano que, despojado de su legítimo sitial, se ha recluido en una isla desierta acompañado por su hija, Miranda.
En una cueva donde atraviesa el tiempo de su exilio,Próspero estudia y estudia también aquello ajeno a la percepción de los sentidos. No niega la magia, por el contrario la pone al servicio del bien. Claro está que Shakespeare ha escrito esta comedia en pleno período jacobino. Muerta Isabel I, y ya en sus últimos años, Shakespeare parece dedicar su pluma al tremendo cambio que han significado los acontecimientos del Siglo XVI a estos albores del XVII. La Tierra es una esfera, y ya no está en el centro del universo.
Próspero tiene a su servicio un ángel, Ariel, que representa el arte y la belleza. Es hora de dominar a las pasiones terrenas para mirar hacia las alturas. Hay que dejar atrás las antiguas certezas. La Tierra no sólo es redonda ni está quieta, es más grande y se mueve. La historia de Inglaterra supera cualquier producto ficcional. Jacobo, que asume el trono a la muerte de Isabel, es hijo de María Estuardo la reina católica a la que Isabel mandó a decapitar. Jacobo es protestante, así fue criado, y persigue brujas y brujos, su modernismo repudia a los bárbaros de las otras tierras; y son épocas de seguir guerreando con España por las posesiones de ese nuevo mundo.
Hasta aquí ciertas disquisiciones (o divagues) históricos  o filosóficos, que se suman a las innúmeras interpretaciones que, como Hamlet, ha generado La Tempestad. Tal vez, la obra del Bardo de Avon en la que más se advierte ese pensamiento propio del medioevo tardío (o el Renacimiento) que dio en llamar: “miscelánea”. Pero lo que se ve en el escenario de Andamio 90 también es otra cosa. Porque a lo que se asiste es a una ceremonia teatral que linda con lo sagrado. El adjetivo usado para este elogio ancla en los decires de Peter Brook.
Foto: Valeria Sigal
Alfredo Martín, responsable de la versión y la dirección, consigue insuflar el aire de Ariel a su puesta, dejando en claro que Calibán y su comparsa deberán esperar un par de siglos (hasta el nacimiento de Nietzsche) para tener algún tipo de reivindicación desde los severos claustros. Calibán tiene desde su monstruosidad todas y cada una de las causas por las que debe ser reeducado por la civilización Europea.
Bajo la batuta de Martín, todo el elenco se mueve con natural gracia y solvencia; y la pareja de Miranda y Fernando (que debe prometer castidad hasta la noche del himeneo tal como las leyes y Dios mandan), no pudo estar mejor elegida. 
Foto: Valeria Sigal
Pero no se puede evitar un particular elogio a Marcelo Bucossi (Próspero). Su interpretación es brillante. Porque aún desde la sólida formación, y el abultado currículum que se le conoce, Bucossi (como Próspero) ha decidido romper la vara mágica, y ofrecernos un trabajo en el que alcanza la verosimilitud con la elegante economía de recursos que el actor aplica en su composición. Y también cabe subrayar el trabajo de Mariano Falcón (Calibán), símbolo de la desmesura, que paradójicamente también actúa ajeno a cualquier tentación “pirotécnica” a la que fácilmente podría sucumbir. Casi con las mismas palabras se puede hablar del trabajo de la dúctil Bianca Vilouta Rando. De todos modos, como quedó antes dicho, todo el elenco acompaña en armonía con el buen gusto y la buena interpretación.
Podríamos terminar diciendo: La Tempestad, insistimos, invita a incontables hipótesis, pero si alguien quiere tener una amable cita con una de las más inquietantes obras de William Shakespeare y con el buen teatro, sólo debe acercarse a la calle Paraná 660 los viernes, a las 19:45.


FM y SM

FICHA TÉCNICA:


LA TEMPESTAD, de William Shakespeare

Versión: Alfredo Martín

Intérpretes: Julian Belleggia, Marcelo Bucossi, Ariel Delgado, Nicolás Fabbro, Mariano Falcón, Daniel Goglino, Brenda Margaretic, Pablo Mariuzzi, Gabriel Nicola, Nicolás Olmos, Margaret Planes, Gustavo Reverdito, Marcelo Rodriguez, Bianca Vilouta Rando, Ivan Vitale

Música en escena: Margarita Rodríguez Planes

Vestuario: Aníbal Duarte

Objetos: Ana Revello, Gustavo Reverdito

Maquillaje: Ariel Nesterczuk

Diseño de escenografía y luces: Héctor Calmet

Música original: Gustavo Twardy

Asistencia de dirección: Cecilia Nicolich, Analia Sirica

Dirección y puesta en escena: Alfredo Martín

jueves, 11 de agosto de 2016

Un encuentro cercano con Samuel Beckett


BECKETT Y EL MUNDO DE LAS ABEJAS

Podríamos decir que un fantasma recorre claustros, teatros y bibliotecas; el fantasma de Samuel Beckett. Hectolitros de tinta y toneladas de papel se han empleado para analizar vida y obra de este irlandés que elegía vivir en Francia en guerra a vivir en Irlanda en paz.  El joven Martin Page (nació en 1975) es el autor de La Apicultura según Samuel Beckett” una novela en la que ficción y realidad se mezclan de manera tal que puede sentirse un leve aroma borgiano. Martin, un joven estudiante de antropología que está a punto de entregar su tesis, consigue un curioso empleo en casa de Beckett. No será su secretario, será el encargado de ordenar, durante los diez días que durará el empleo, una serie de archivos. Desde los escritos más importantes hasta apuntes anotados al dorso de un pasaje de colectivo. Exageraciones al margen, quizá esto recuerde la tarea de anotador y lector que el propio Beckett llevó a cabo para ayudar a su amigo y maestro, James Joyce, cuando éste comenzaba a perder la vista. 

Durante esos días Beckett está solo en su casa. Repasará aquel episodio de una puñalada que estuvo a centímetros de acertar a su corazón, las peripecias que jalonaron su huida de las garras de la Gestapo, y la fuga de los presos de la cárcel de Kumla (Suecia) durante una gira en la que representaban “Esperando a Godot”, y la inmensa alegría que sintió al saber que –teatro mediante– los presos preferían la libertad al aplauso.  Su inseparable compañera, Suzanne, la que no lo dejó ni a sol ni a sombra durante el tiempo que duró su internación y su convalecencia, a causa de aquella puñalada, se ha ido y su regreso coincidirá con el día once, a contar desde el inicio del conchabo de Martin. Vale decir: el día siguiente al que significará el fin de la relación entre Beckett y el joven estudiante de antropología.
El director Rubén Pires logró, con éxito, la difícil tarea de tornar en texto dramático la novela de Page. Y así, como la novela combina ficción y realidad, Pires transita con elegancia la mixtura de narración y representación con una puesta delicada y austera. La vida de Samuel Beckett cesó en diciembre de 1989, meses antes (en julio) había fallecido su esposa,
Suzanne Déchevaux–Dumesnil. Quizá la afición de Beckett por la apicultura, o su intención de generar un archivo apócrifo para burlar a la posteridad pertenezcan al sector de la ficción; pero no así su gusto por la buena comida, por el whisky y la libertad. Todo esto aparece en la dramaturgia de Pires. 
Claro que para que el hecho teatral se consume, las actuaciones de los protagonistas deben estar en sintonía con la calidad del texto y su puesta en escena, y Carlos Weber (Beckett) y Carlo Argento (Martin) cumplen con creces con esta necesidad porque sus trabajos son magníficos. El amoroso vínculo entre Beckett, toda una divinidad para los ateos (paradoja que señala Martin Page) y Martin, el estudiante que acompañará en este prolegómeno de despedida, sobrevuela bella y suavemente durante toda la obra.
Quienes tienen información sobre la vida y obra de Beckett pasarán un agradable momento en el Teatro La Comedia los días sábado a las 19. Los que no conocen a Beckett se encontrarán ante un ser capaz de haber hecho de su vida un maravilloso mundo de pensamiento, compromiso y humor. Y todos disfrutarán –sin duda alguna– de un excelente espectáculo teatral.
F.M.


Ficha técnica
Autoría: Rubén Pires
Traducción: Pablo Rey
Actúan: Carlo Argento, Carlos Weber
Diseño de vestuario: Mercedes Uria
Diseño de escenografía: Sabrina López Hovhannessian
Diseño de luces: Rubén Pires
Música: Federico Mizrahi
Asistencia de escenografía: Mariana De Sancho
Asistencia de dirección: Liliana Andrade
Dirección: Rubén Pires

TEATRO LA COMEDIA
Rodriguez Peña 1062
Sábados a las 19. 

lunes, 25 de julio de 2016

El desafío de hacer Medea


Eurípides es uno de los tres poetas trágicos griegos más grandes de la historia. De todas sus obras, la que más ha sido interpelada, interpretada y cuestionada es Medea. Desde el latino Séneca hasta nuestros días, tanto la literatura, la filosofía como la psicología se han ocupado de Medea. En el cine la tragedia ha sido tratada por Pier Paolo Passolini, Arturo Ripstein, Lars von Trier y Andrea Pallaoro entre otros. En 1999, impresionada por la cantidad de refugiados que generaba la guerra de Los Balcanes, la dramaturga alemana Dea Loher presentó su obra “Medea en Manhattan”.

Desde la caracterización de Medea como arquetipo de la barbarie, incapaz de comprender las razones de Jasón quien, al reemplazarla por la joven Glauce, está a punto de acceder a la herencia del trono de Corinto, hasta la denuncia al patriarcado que expone la propia Medea, subyace el conflicto del mundo de la migración obligada, sobre todo cuando se carga con el baldón de una extranjería calificada como “de baja calidad”.

La Medea de Eurípides trató de buscar asilo en Corinto, la de Dea Loher en Manhattan. La de Eurípides, carga con el estigma de representar el pensamiento arcaico, pasional, sanguinario y supersticioso, por eso es tan despreciada como temida. La de Loher vive el infierno de los indocumentados que pululan en oscuros andurriales de la primera ciudad del mundo, en el país de la libertad... Ambas son reemplazadas por sus amantes. La original por la adolescente Glauce, la princesa; la hija de Creonte, rey de Corinto. La de Loher por Claire, la hija del propietario de sórdidos talleres clandestinos que se desplaza en una silla de ruedas, devenido en calificado ciudadano de La Gran Manzana.

Razones prácticas no faltan para la justificar la traición y el abandono. Jason, ya con Glauce, ya con Claire, va a lograr la aceptación social. Va a asegurarse un lugar entre los que mandan. Va a cambiar a Medea, la bárbara, la de raza inferior, por una joven y blanca princesa. Hasta aquí la tragedia, pero hay algo más: en “Medea en Manhattan” hay una cita inexcusable con el gran teatro.


Lía Jelín conduce con mano maestra a un elenco impecable. 

Valentina Bassi hace de su Medea una tormenta de belleza y talento; pasa por todos los estados, se pone hermosa, se pone fea. Nos interpela con su pasión. Es, sin duda, un trabajo impecable, de gran compromiso emocional y físico; un trabajo que no sólo se disfruta sino que también se agradece desde la platea.

Excelente Nacho Gadano como Jasón. Pablo Finamore compone al “Boss” de los explotadores con la solvencia que lo caracteriza y, como siempre, convierte un rol de reparto en uno protagónico. Matías Strafe se luce encarnando a  una travesti, mezcla de buscavidas y dealer, imprescindible para que se produzca la “anagnórisis”; y Octavio Estrín (también autor de la música original) y Joaquín Barrios son dos músicos punkies que harían las delicias de Aristóteles redivivo.

Para el final: Velázquez, el personaje que interpreta, de manera admirable, Alfredo Allende. Todo un corifeo, mitad maestro de ceremonias, mitad portero, que parece transformarse en parte de la inquietante escenografía de Julieta Ascar que muestra retazos de la versión de Picasso de “Las meninas”. Porque, tal como Medea, aquella obra de Diego Velázquez dio y sigue dando para pensar.  Cabe destacar también la precisa e inteligente iluminación de Sandro Pujia. 

Bruja, cruel y apasionada hasta lo indecible; perversa y fascinante, Medea –la nieta del sol– goza de excelente salud y los espera en el Konex. 

No le fallen.


S.M. y F.M.





Ficha técnica:

Autora: Dea Loher
Traducción: Mercedes Rein, Dieter Schonebohm
Actúan: Alfredo Allende, Joaquin Barrios, Valentina Bassi, Octavio Estrín, Pablo Finamore, Nacho Gadano, Matias Strafe
Diseño de vestuario: Julio Suárez
Diseño de escenografía: Julieta Ascar
Diseño de luces: Sandro Pujia
Música original: Octavio Estrín
Asistencia de dirección: Matias Strafe
Dirección: Lía Jelín

CIUDAD CULTURAL KONEX
Sarmiento 3131 – C.A.B.A.
Teléfonos: 4864-3200
Viernes y sábados a las 21 hs.

lunes, 11 de julio de 2016

De movimientos y equilibrios


Por definición, un objeto está en equilibrio cuando las fuerzas que actúan sobre él se compensan de tal manera que la suma total de fuerzas es nula. Durante el período considerado como “equilibrio inestable” el objeto se aleja de su posición inicial –por medio de alguna perturbación– para alcanzar su posición de equilibrio estable. Esto no significa, necesariamente, un estado de quietud. Un satélite en una órbita estable está en equilibrio.  Un trompo girando, si no tuviera rozamiento que lo detenga, estaría en perfecto equilibrio. Y ni que hablar si hablamos de espacios intererestelares, vale decir ajenos a cualquier fuerza de atracción gravitatoria.

Sin ir demasiado lejos (y valga toda interpretación contingente) andar en bicicleta bien puede ser ejemplo de equilibrio inestable, y sobre todo en movimiento.  En tiempos como los que corren “la bicicleta” parece haber generado diferentes significados y una cantidad aún mayor de significantes. La “bicicleta financiara” dio lugar a otra cantidad de construcciones lingüísticas que se refirieron a todas y cada una de las relaciones humanas. Y si bien el andar en bicicleta llegó a ser aceptado como costumbre, llegada desde la siempre culta Europa, como medio de transporte barato, no contaminante y beneficioso desde lo aeróbico; también se volvió emblema del pensamiento neo-liberal (por lo menos desde nuestros lares), como único de los pocos hechos positivos,  desde el advenimiento de las bici–sendas. Pero, siempre: la bicicleta.

Ahora bien, plantear un hecho dramático a tres voces con la única acción física de un constante pedaleo detenido oportunamente (y, mucho más que oportuna, conmovedoramente frenado con la reminiscencia del sonido de la inercia como parte estructural del hecho dramático) es un desafío tremendo en el que Micaela Fariña (autora y directora del espectáculo) llega a la meta con andar elegante. Los tres protagonistas transitan espacios en sprint y otros con la serenidad que exige el ciclismo urbano.

En la bicicleta como en la vida hay que moverse para que se mueva. Y en ese movimiento hay que sostener el equilibrio. En la bicicleta como en la vida hay que golpearse para aprender y hay que abrir el corazón al universo para disfrutar.

“Bicicletas, o de cómo en movimiento se llega al equilibrio” nos propone esa metáfora. Esa comparación.

Tres vidas diferentes que se recorren en una bicicleta que les cambió la mirada de lo bueno y lo malo de lo que sucede. Un movimiento equilibrado que los ayuda a olvidar, a perdonar y perdonarse, a planificar, a avanzar. En un devenir de pedaleo, la dramaturga y directora nos lleva hacia adelante y hacia atrás, a pesar de que es imposible ir para atrás en una bicicleta, por  tres historias que en forma aparente no tienen nada en común pero que se ligan y se van uniendo como único relato, el de la vida misma.

“Hay que mover las cosas para que las cosas se muevan”, reza un dicho metafísico. “Y para mover las cosas se requiere equilibrio”, podría ser la reflexión de este espectáculo al respecto.

Dos actrices y un actor en estupenda labor nos hacen viajar por sus vidas y por las propias. Despiertan un viaje hacia nuestros propios sentimientos y recuerdos desde la cadencia de su pedaleo.

El dispositivo escénico propicia el viaje en riguroso movimiento y exquisitos silencios.
“Bicicletas, o de cómo en movimiento se llega al equilibrio” es un original espectáculo que le propone al espectador un compromiso extra en la completud de lo que cuenta.

Rosario Alfaro, Belén Amada, Pablo Cusenza son los exactos intérpretes que proponen desde su viaje en bicicleta hacernos un repaso de sus vidas movilizando el delicado mecanismo de nuestros recuerdos.


No dejen de verlo.

S.M. y F.M. 


Ficha técnica:

Dramaturgia: Micaela Fariña
Actúan: Rosario Alfaro, Belén Amada, Pablo Cusenza
Diseño de vestuario: Wanda Siri
Diseño de escenografía: Sergio Fasani
Diseño de luces: David Seiras
Diseño De Sonido: Maz Iannone
Música original: Maz Iannone
Asistencia técnica: Ariel Dabbah
Asistencia de dirección: Catalina Collardin
Coreografía: Carolina Borca
Coach Vocal: Steffi Runge
Dirección: Micaela Fariña

VIERNES 21 HS.

EL ESTEPARIO TEATRO
Medrano 484
Teléfonos: (whatsapp)1555916879 / 1541690859

domingo, 10 de julio de 2016

Contagiándonos de amor

Desde un punto de vista etimológico –dicen los estudiosos– el término “sindrome” se acuña a partir de los dos elementos léxicos que lo componen: sýn y drom-síndrome significa 'carrera' y 'unión', es decir, una idea de precipitación ('carrera') que se concentra en un punto ('unión'); no es de extrañar que a partir de estos elementos el primer significado del término en griego sea 'tumulto'. Como término médico los primeros ejemplos seguros los encontramos en Galeno, s. II d.C., quien cita la palabra reiteradamente como un término propio de médicos empíricos… (y sigue).
Claro que el término extendió su significado a otras acepciones, se habla del “síndrome de Estocolmo”, del “síndrome del ama de casa”, del “síndrome de Peter Pan”, etc. todas éstas cuestiones que no parecen constituir enfermedades, por lo menos desde lo ontológico. Vamos entonces a ligar (como lo fue en un principio) el término “síndrome” a una cuestión referida a enfermedades.
Y si un síndrome delata la existencia de una enfermedad, lo correcto –en este caso tan especial– es desear que esa enfermedad sea contagiosa; porque lo que se recibe desde el escenario del Xirgú es una sobredosis de belleza. Y de amor.
Lidia y Miriam. Miriam y Lidia. Ellas pasean sus dones por el escenario con la comodidad de quienes están en el sector más íntimo de sus casas. Debe confesar quien redacta que ya había visto este espectáculo en Teatro del Pueblo y que fue a la sala Xirgu con ciertas dudas sobre la posibilidad de adaptación de la puesta al nuevo espacio. El resultado no pudo ser mejor. La siempre segura conducción de Corina Fiorillo ayudó a que estas inmensas actrices hicieran que el amplio espacio fuese justo marco a sus interpretaciones. La exquisita economía de recursos de la puesta no debe ser confundida con “minimalismo”. Por el contrario, hay una proyección del trabajo de estas actrices que linda con la enormidad. Luces y sonido ayudaron a disfrutar con máxima intensidad las coreografías de Mecha Fernández y la música de Rony Keselman.
Aparecen, junto a los textos de Martino, las poéticas de García Lorca y de Tejada Gómez. La combinación de la música original con la ya existente es de una precisión conmovedora. Y –permitiéndome un OTROSÍ como el de los letrados– digo, y vale, la versión  de “Balada para un loco”, por Lidia Catalano, es una rara perla. Y el final con la fusión de “Síndrome de amor”, la canción de Víctor Heredia que da origen al título y la bellísima “Danza”, de Ivano Fossati (que popularizó Marilina Ross) es otro delicioso bocado.
Insisto: si la principal acepción de síndrome” remite a enfermedad, es de esperar que ésta sea contagiosa. Es más, ojalá fuese una epidemia… de amor. Y de belleza.
SÍNDROME DE AMOR es el título del espectáculo teatral con dramaturgia de Miriam Martino que se presenta en el Teatro Margarita Xirgú, Acúan Lidia Catalano y Miriam Martino dirigidas por Corina Fiorillo. 


F.M.


Ficha técnica
Autoría: Miriam Martino
Sobre textos de: Federico Garcia Lorca, Armando Tejada Gómez
A partir de la canción de: Víctor Heredia
Actúan: Lidia Catalano, Miriam Martino
Vestuario y escenografía: María Mercedes Di Benedetto
Diseño de luces: Soledad Ianni
Realización de vestuario: Mariana Perez Cigoj
Música original: Rony Keselman
Coreografía: Mecha Fernández
Asistencia de dirección: María Mercedes Di Benedetto
Dirección: Corina Fiorillo
XIRGU - ESPACIO UNTREF - Chacabuco 875
Sábados a las 21.

Contagiándonos de amor

Desde un punto de vista etimológico –dicen los estudiosos– el término “sindrome” se acuña a partir de los dos elementos léxicos que lo componen: sýn y drom-síndrome significa 'carrera' y 'unión', es decir, una idea de precipitación ('carrera') que se concentra en un punto ('unión'); no es de extrañar que a partir de estos elementos el primer significado del término en griego sea 'tumulto'. Como término médico los primeros ejemplos seguros los encontramos en Galeno, s. II d.C., quien cita la palabra reiteradamente como un término propio de médicos empíricos… (y sigue).
Claro que el término extendió su significado a otras acepciones, se habla del “síndrome de Estocolmo”, del “síndrome del ama de casa”, del “síndrome de Peter Pan”, etc. todas éstas cuestiones que no parecen constituir enfermedades, por lo menos desde lo ontológico. Vamos entonces a ligar (como lo fue en un principio) el término “síndrome” a una cuestión referida a enfermedades.
Y si un síndrome delata la existencia de una enfermedad, lo correcto –en este caso tan especial– es desear que esa enfermedad sea contagiosa; porque lo que se recibe desde el escenario del Xirgú es una sobredosis de belleza. Y de amor.
Lidia y Miriam. Miriam y Lidia. Ellas pasean sus dones por el escenario con la comodidad de quienes están en el sector más íntimo de sus casas. Debe confesar quien redacta que ya había visto este espectáculo en Teatro del Pueblo y que fue a la sala Xirgu con ciertas dudas sobre la posibilidad de adaptación de la puesta al nuevo espacio. El resultado no pudo ser mejor. La siempre segura conducción de Corina Fiorillo ayudó a que estas inmensas actrices hicieran que el amplio espacio fuese justo marco a sus interpretaciones. La exquisita economía de recursos de la puesta no debe ser confundida con “minimalismo”. Por el contrario, hay una proyección del trabajo de estas actrices que linda con la enormidad. Luces y sonido ayudaron a disfrutar con máxima intensidad las coreografías de Mecha Fernández y la música de Rony Keselman.
Aparecen, junto a los textos de Martino, las poéticas de García Lorca y de Tejada Gómez. La combinación de la música original con la ya existente es de una precisión conmovedora. Y –permitiéndome un OTROSÍ como el de los letrados– digo, y vale, la versión  de “Balada para un loco”, por Lidia Catalano, es una rara perla. Y el final con la fusión de “Síndrome de amor”, la canción de Víctor Heredia que da origen al título y la bellísima “Danza”, de Ivano Fossati (que popularizó Marilina Ross) es otro delicioso bocado.
Insisto: si la principal acepción de síndrome” remite a enfermedad, es de esperar que ésta sea contagiosa. Es más, ojalá fuese una epidemia… de amor. Y de belleza.
SÍNDROME DE AMOR es el título del espectáculo teatral con dramaturgia de Miriam Martino que se presenta en el Teatro Margarita Xirgú, Acúan Lidia Catalano y Miriam Martino dirigidas por Corina Fiorillo. 

F.M.


Ficha técnica
Autoría: Miriam Martino
Sobre textos de: Federico Garcia Lorca, Armando Tejada Gómez
A partir de la canción de: Víctor Heredia
Actúan: Lidia Catalano, Miriam Martino
Vestuario y escenografía: María Mercedes Di Benedetto
Diseño de luces: Soledad Ianni
Realización de vestuario: Mariana Perez Cigoj
Música original: Rony Keselman
Coreografía: Mecha Fernández
Asistencia de dirección: María Mercedes Di Benedetto
Dirección: Corina Fiorillo
XIRGU - ESPACIO UNTREF - Chacabuco 875
Sábados a las 21.

Contagiándonos de amor

Desde un punto de vista etimológico –dicen los estudiosos– el término “sindrome” se acuña a partir de los dos elementos léxicos que lo componen: sýn y drom-síndrome significa 'carrera' y 'unión', es decir, una idea de precipitación ('carrera') que se concentra en un punto ('unión'); no es de extrañar que a partir de estos elementos el primer significado del término en griego sea 'tumulto'. Como término médico los primeros ejemplos seguros los encontramos en Galeno, s. II d.C., quien cita la palabra reiteradamente como un término propio de médicos empíricos… (y sigue).
Claro que el término extendió su significado a otras acepciones, se habla del “síndrome de Estocolmo”, del “síndrome del ama de casa”, del “síndrome de Peter Pan”, etc. todas éstas cuestiones que no parecen constituir enfermedades, por lo menos desde lo ontológico. Vamos entonces a ligar (como lo fue en un principio) el término “síndrome” a una cuestión referida a enfermedades.
Y si un síndrome delata la existencia de una enfermedad, lo correcto –en este caso tan especial– es desear que esa enfermedad sea contagiosa; porque lo que se recibe desde el escenario del Xirgú es una sobredosis de belleza. Y de amor.
Lidia y Miriam. Miriam y Lidia. Ellas pasean sus dones por el escenario con la comodidad de quienes están en el sector más íntimo de sus casas. Debe confesar quien redacta que ya había visto este espectáculo en Teatro del Pueblo y que fue a la sala Xirgu con ciertas dudas sobre la posibilidad de adaptación de la puesta al nuevo espacio. El resultado no pudo ser mejor. La siempre segura conducción de Corina Fiorillo ayudó a que estas inmensas actrices hicieran que el amplio espacio fuese justo marco a sus interpretaciones. La exquisita economía de recursos de la puesta no debe ser confundida con “minimalismo”. Por el contrario, hay una proyección del trabajo de estas actrices que linda con la enormidad. Luces y sonido ayudaron a disfrutar con máxima intensidad las coreografías de Mecha Fernández y la música de Rony Keselman.
Aparecen, junto a los textos de Martino, las poéticas de García Lorca y de Tejada Gómez. La combinación de la música original con la ya existente es de una precisión conmovedora. Y –permitiéndome un OTROSÍ como el de los letrados– digo, y vale, la versión  de “Balada para un loco”, por Lidia Catalano, es una rara perla. Y el final con la fusión de “Síndrome de amor”, la canción de Víctor Heredia que da origen al título y la bellísima “Danza”, de Ivano Fossati (que popularizó Marilina Ross) es otro delicioso bocado.
Insisto: si la principal acepción de síndrome” remite a enfermedad, es de esperar que ésta sea contagiosa. Es más, ojalá fuese una epidemia… de amor. Y de belleza.
SÍNDROME DE AMOR es el título del espectáculo teatral con dramaturgia de Miriam Martino que se presenta en el Teatro Margarita Xirgú, Acúan Lidia Catalano y Miriam Martino dirigidas por Corina Fiorillo. 

Ficha técnica
Autoría: Miriam Martino
Sobre textos de: Federico Garcia Lorca, Armando Tejada Gómez
A partir de la canción de: Víctor Heredia
Actúan: Lidia Catalano, Miriam Martino
Vestuario y escenografía: María Mercedes Di Benedetto
Diseño de luces: Soledad Ianni
Realización de vestuario: Mariana Perez Cigoj
Música original: Rony Keselman
Coreografía: Mecha Fernández
Asistencia de dirección: María Mercedes Di Benedetto
Dirección: Corina Fiorillo
XIRGU - ESPACIO UNTREF - Chacabuco 875
Sábados a las 21.