Desde un punto de
vista etimológico –dicen los estudiosos– el término “sindrome” se acuña a
partir de los dos elementos léxicos que lo componen: sýn y drom-síndrome significa
'carrera' y 'unión', es decir, una idea de precipitación ('carrera') que se
concentra en un punto ('unión'); no es de extrañar que a partir de estos
elementos el primer significado del término en griego sea 'tumulto'. Como término médico los primeros
ejemplos seguros los encontramos en Galeno, s.
II d.C., quien cita la palabra reiteradamente como un término propio de médicos
empíricos… (y sigue).
Claro que el término extendió su
significado a otras acepciones, se habla del “síndrome de Estocolmo”, del
“síndrome del ama de casa”, del “síndrome de Peter Pan”, etc. todas éstas
cuestiones que no parecen constituir enfermedades, por lo menos desde lo
ontológico. Vamos entonces a ligar (como lo fue en un principio) el término
“síndrome” a una cuestión referida a enfermedades.
Y si un síndrome delata la
existencia de una enfermedad, lo correcto –en este caso tan especial– es desear
que esa enfermedad sea contagiosa; porque lo que se recibe desde el escenario del
Xirgú es una sobredosis de belleza. Y de amor.
Lidia y Miriam. Miriam y Lidia.
Ellas pasean sus dones por el escenario con la comodidad de quienes están en el
sector más íntimo de sus casas. Debe confesar quien redacta que ya había visto
este espectáculo en Teatro del Pueblo y que fue a la sala Xirgu con ciertas
dudas sobre la posibilidad de adaptación de la puesta al nuevo espacio. El
resultado no pudo ser mejor. La siempre segura conducción de Corina Fiorillo
ayudó a que estas inmensas actrices hicieran que el amplio espacio fuese justo
marco a sus interpretaciones. La exquisita economía de recursos de la puesta no
debe ser confundida con “minimalismo”. Por el contrario, hay una proyección del
trabajo de estas actrices que linda con la enormidad. Luces y sonido ayudaron a
disfrutar con máxima intensidad las coreografías de Mecha Fernández y la música
de Rony Keselman.
Aparecen, junto a los textos de
Martino, las poéticas de García Lorca y de Tejada Gómez. La combinación de la
música original con la ya existente es de una precisión conmovedora. Y
–permitiéndome un OTROSÍ como el de los letrados– digo, y vale, la versión de “Balada para un loco”, por Lidia Catalano,
es una rara perla. Y el final con la fusión de “Síndrome de amor”, la canción
de Víctor Heredia que da origen al título y la bellísima “Danza”, de Ivano Fossati (que popularizó Marilina Ross) es otro delicioso bocado.
Insisto: si la principal acepción de
síndrome” remite a enfermedad, es de esperar que ésta sea contagiosa. Es más,
ojalá fuese una epidemia… de amor. Y de belleza.
SÍNDROME DE AMOR es el título del
espectáculo teatral con dramaturgia de Miriam Martino que se presenta en el
Teatro Margarita Xirgú, Acúan Lidia Catalano y Miriam Martino dirigidas por
Corina Fiorillo.
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